A principios de los 90, el enfoque léxico hizo acto de presencia en la enseñanza de lenguas extranjeras, a partir de la obra 📚 The Lexical Approach, de Michael Lewis. Dicho autor se posicionó de manera clara en el debate entre léxico y gramática, dándole prioridad al primero sobre la segunda. Esto le valió duras críticas, que afrontó de manera perspicaz con la siguiente reflexión: “cuando viajamos a un país cuya lengua no conocemos, ¿qué llevamos? ¿un libro de gramática o un libro de frases?”.
Pero, ¿de qué manera habría que enseñar el vocabulario en clase? Los defensores del enfoque léxico lo tienen claro: a través del estudio de bloques prefabricados de palabras (chunks, en inglés).
Se trata de colocaciones fijas y estables, que se aprenden como un todo y que les permiten a los estudiantes no solo comunicarse con mayor naturalidad (debido a su alta frecuencia de aparición en la lengua), sino también deducir relaciones sintácticas y reglas gramaticales. Se conseguiría, así, “lexicalizar la gramática”.
Y esta lexicalización de la gramática, bien aplicada, puede evitar que nuestros alumnos sigan cayendo en errores fosilizados 🤦♀️.
Así pues, vamos a echarte una mano. Y nunca mejor dicho, porque en esta entrada incluimos 👉 una infografía con locuciones que incluyen la palabra mano 🖐, y que, por nuestra experiencia, suelen causar algún que otro problema a los estudiantes, quienes, en ocasiones, cambian la preposición; a veces, omiten el artículo (o, por el contrario, lo incluyen cuando en realidad “no va ahí”); con frecuencia, cambian el número (convirtiendo el singular en plural y viceversa); y no pocas veces alteran el orden de las palabras.
Estamos seguros de que te resultará útil. El enfoque léxico funciona, y esto es algo que sabemos de primera mano 👍.